Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en 2050 la demanda de alimentos aumentará un 70 por ciento por encima de los niveles actuales. La FAO viene advirtiendo ya desde 2009 que la población mundial aumentará desde los más de 7.000 millones de habitantes actuales hasta los 8.000 millones antes de 2030 y, probablemente, hasta más de 9.000 millones antes de 2050, con lo que la producción mundial de alimentos habrá de incrementarse en un 70% para poder cubrir las necesidades existentes.
Y todo ello en un contexto de cambio climático que empieza a amenazar a algunos cultivos y que está afectando a las producciones agroganaderas a lo largo y ancho del globo terráqueo, motivo por el cual organismos internacionales, ONGs, administraciones y gobiernos están llamando a una agricultura basada en la conservación y las sostenibilidad de los recursos naturales. Todos parecen coincidir en que el reto está en avanzar hacia una agricultura que evite la erosión del suelo, del agua, la contaminación, el consumo de energía y las emisiones de CO2, así como hacia la reducción de costes, pero que siga siendo eficiente y productiva. Esto significa que habrá que conseguir un aumento de la productividad, pero de forma sostenible, usando la tecnología y los conocimientos existentes.
Ante el cambio climático y la competencia por recursos escasos, todo el sistema alimentario deberá transformarse y ser mucho más eficiente en el aprovechamiento de los recursos, reduciendo constantemente sus impactos ambientales, incluidas las emisiones de gases de efecto invernadero. Será necesario aumentar los rendimientos reduciendo al mismo tiempo la dependencia de los productos agroquímicos, reducir los residuos alimentarios y el consumo de alimentos intensivos en la explotación de recursos y la emisión de gases de efecto invernadero, como la carne.
fuente: diariosur